Somos amantes de la solidaridad gastronómica. La cocina ofrece oportunidades para todos: puedes comer en Tenerife en un rincón tan distinguido como el japonés Kabuki en el Ritz-Carlton Abama pero también echar una mano con tus propios recursos a quien lo necesite. Ambas ofrecen, a precios diferentes, una satisfacción especial. ¿La tecnología nos puede ayudar para estos fines? Por supuesto que sí, como habrás adivinado. Casserole Club se fija en los mayores con dificultades para acercarles un plato de cena gracias a un vecino cercano y amigo. ¿Imposible? Con 4 años recién cumplidos y sólo en Londres, hay más de 2.600 voluntarios cocinando y la mayoría de beneficiarios rondan los 80 años.
A veces es difícil entender que Internet de verdad lo ha cambiado de todo. Las iniciativas colaborativas de éxito son las mismas que llevamos practicando muchos años en el mundo físico, sólo que ahora tenemos herramientas que nos hacen eficientes y que nos conectan con todo el globo. Así hacen en therealjunkfoodproject.org que desde 2013, también desde Inglaterra pero expandiéndose ya a Francia y Alemania, recogen alimentos que, desechados por otros, se convierten en perfectamente comestibles para muchas personas.
En Argentina es muy interesante porloschicos.com, donde se puede donar una merienda muy fácilmente. Gracias a los sponsors y los padrinos que ayudan, se conecta necesidad con logística para que los más pequeños estén bien alimentados en el país que se disputa con Chile ser el inventor del dulce de leche.
No podemos terminar sin hablar de Comparto Plato que hace posible compartir tus habilidades culinarias con gente de tu vecindario. ¿Seguro que esa tortilla de papas es tan buena como dices? Esta plataforma online de comida fue ideada por una pareja holandesa que quería verificar in situ el olor que llegaba de la vivienda vecina. Permiten que ‘vendas’ tus creaciones, algo siempre polémico que ya ha traído problemas en otros sectores como el taxi o el alojamiento ocasional, y las pongas a prueba.
Es el otro lado de la comida. Menos sublime, más a pie de calle, conectado con problemas reales. Y la tecnología está de nuestro lado para servir un plato que te agradecerán como si tuvieras una estrella Michelín. Anímate.
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