
Santa Cruz de Tenerife en 1975
Así era Santa Cruz de Tenerife el día que nací; el mismo mes. Tal día como hoy ya hace mucho. Tengo ganas de contribuir aún más a su cambio. Quizá algún día. Aunque tengo cada vez menos tiempo porque me atenaza el vértigo de haber avanzado mucho más de la mitad de la aventura. No quiero que suene a despedida así que algunas, pocas, cosas que mi corazón de Peter Pan ya aprendió. Ahí van.
A estas alturas ya sé que los amores de ‘para siempre’ terminan en ‘nunca más’: el verdadero está dentro de ti. Construir uno real es más complejo. Por eso sé que te sería fiel en el asiento de atrás de un coche. Elegante pero fugaz. Así era. Ya no, mi mente la ocupas TÚ. Y nadie más.
Me costó entender que lo que yo haría significa cero cuando se trata de lo que los demás harían por mi. Igual que la lealtad: pocos pero valientes escuderos cumplen esa premisa.
Han sido mi mejor acierto, a veces inconsciente. Tener unos pocos amigos fieles que hacen como que me quieren. Sobre todo cuando hago todo lo contrario a lo que dije que haría; cuando la vida me coloca en el lugar del «todavía no sabes nada».
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