Reflexiones

Santa Cruz de Tenerife: 40

Santa Cruz de Tenerife en 1975

Santa Cruz de Tenerife en 1975

Así era Santa Cruz de Tenerife el día que nací; el mismo mes. Tal día como hoy ya hace mucho. Tengo ganas de contribuir aún más a su cambio. Quizá algún día. Aunque tengo cada vez menos tiempo porque me atenaza el vértigo de haber avanzado mucho más de la mitad de la aventura. No quiero que suene a despedida así que algunas, pocas, cosas que mi corazón de Peter Pan ya aprendió. Ahí van.

A estas alturas ya sé que los amores de ‘para siempre’ terminan en ‘nunca más’: el verdadero está dentro de ti. Construir uno real es más complejo. Por eso sé que te sería fiel en el asiento de atrás de un coche. Elegante pero fugaz. Así era. Ya no, mi mente la ocupas TÚ. Y nadie más.

Me costó entender que lo que yo haría significa cero cuando se trata de lo que los demás harían por mi. Igual que la lealtad: pocos pero valientes escuderos cumplen esa premisa.

Han sido mi mejor acierto, a veces inconsciente. Tener unos pocos amigos fieles que hacen como que me quieren. Sobre todo cuando hago todo lo contrario a lo que dije que haría; cuando la vida me coloca en el lugar del «todavía no sabes nada».

No debería perder más el tiempo en la batalla de los mediocres. Les damos más importancia de la que tienen, y con el tiempo, mueren ahogados en su estupidez. Batallas a muerte, solo las que merezcan la pena.

Sea cuando sea que acaben los minutos que nos quedan, la mejor manera de sonreír en ese instante es tener un buen saco de recuerdos y ser nostálgico, pero lo justo; hay que construir, hacer cosas y seguir caminando. Ama todo lo que puedas. Ríe hasta cuando te hagan llorar. Avanza aunque te equivoques. ¡Arriba! Levántate. Seguro caes de nuevo y habrá que procurar volver a caminar. Sí, otra vez.

Olvida el qué dirán. Controla tus miedos. Hay una fina línea entre la educación o el saber estar y que los demás decidan por tus propias convicciones. Deja de buscar, conviértete en la persona que buscan.

Nos vemos pronto, eso espero. Si no, nos imaginamos porque ya sabes lo que pienso: si no estuve, quizá lo esté. Si estoy, siempre estaré. Si te quise, siempre lo haré. Si te fuiste, aquí esperaré.

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