El concepto de ‘long tail‘ (larga cola) aplicado a tus potenciales clientes lo acuñó el periodista Chris Anderson en Wired en 2004. Lo hemos visto en estos años funcionando en millones de productos que al fin, vía Internet, han sido capaces de encontrar destinatario, ser viables y hacer más felices a sus usuarios.
En cambio, en el marketing con influencers las empresas han preferido ir «al peso» y al tanto tienes tanto vales. Sin mirar qué efectos tenía una publicación en su audiencia, cuántos comentarios tenía y con qué calidad contaban; por supuesto, sin estudiar las métricas de la persona influyente. ¿Por qué no aprovechar las micro audiencias para impactar mejor? Ya hablamos por aquí del peligro de una mala estrategia con influencers. Y aunque parezca un anuncio del apocalipsis, no era una broma. Pueden traer muchos dolores de cabeza a quienes no diseñan al detalle lo que van a hacer… y con quién.